La Masacre de Ponce es uno de los sucesos más sangrientos y violentos en la historia de la persecución contra el Partido Nacionalista Puertorriqueño. Además de plantearse como un evento que solo atañe al movimiento nacionalista o independentista, se debe identificar como una demostración del abuso de las fuerzas coercitivas imperiales estadounidenses contra el pueblo de Puerto Rico en general.
Al momento de hablar sobre la Masacre de Ponce, nos resulta fundamental retroceder en la línea del tiempo para identificar los sucesos que fungieron como desencadenantes a este episodio trágico. Comenzando con la participación del Partido Nacionalista en la Huelga Cañera de 1934, evento que paralizó la economía del país por meses, a consecuencia de ello, el FBI y la Policía Insular se dedicaron a vigilar, perseguir y encarcelar a miembros del movimiento nacionalista. El 24 de octubre de 1935 el asesinato de cuatro nacionalistas suceso que luego se llamó La Masacre de Rio Piedras. En agosto de ese mismo año el Partido Nacionalista recibió confidencias del firme propósito de las fuerzas norteamericanas en la Isla de asesinar al liderato del partido y a su presidente, Pedro Albizu Campos. Al año siguiente, los jóvenes nacionalistas Hiram Rosado y Elías Beauchamp en un acto de valentía y patriotismo ajustician al Coronel Riggs (Jefe de la Policía) por ser responsable de la masacre de Rio Piedras. Ambos son arrestados y asesinados ilegalmente en el cuartel de la policía en San Juan.
La razón por la que expongo los eventos antes mencionados es con el propósito de conectar e identificar lo sucedido años antes para observar la relación con lo ocurrido en Ponce. A través de estos eventos podemos observar las fuertes intenciones de la policía colonial en apaciguar o eliminar al Partido Nacionalista Puertorriqueño instaurando un régimen de terror para debilitar a los simpatizantes del movimiento nacionalista. A pesar de ello, la historia nos demostró que el Partido Nacionalista no se detuvo y no les permitió a las fuerzas coloniales cumplir con su objetivo de manera sencilla.
En 1936, la Corte de Distrito de Estados Unidos en Puerto Rico expidió una orden contra Pedro Albizu Campos y otro líderes del partido, bajo la acusación de “conspirar para derrocar por la fuerza al Gobierno de los Estados Unidos en Puerto Rico”. Luego de varios juicios tergiversados y modificados con la finalidad de encarcelar a toda costa a los líderes del partido, son sentenciados de seis a diez años en prisión y trasladados a La Princesa. El Domingo de Ramos de 1937 la Junta Municipal Nacionalista organiza un desfile de Cadetes y un mitin en la plaza de Ponce como protesta al encarcelamiento del liderato nacionalista.
A pesar de haber conseguido la autorización del municipio para llevar a cabo la actividad, el gobierno militar del Coronel Blanton Winship se opuso a último momento y ordenó al Jefe de la Policía Insular a retirar el permiso y a detener la actividad. Una vez comenzado el desfile, el alcalde de Ponce junto a un Capitán de la Policía Insular detuvieron la actividad y dieron instrucciones para que todos los que allí se encontraban regresaran a sus hogares. Después de una discusión entre algunos nacionalistas, el capitán de la policía y el alcalde, la banda comenzó a tocar “La Borinqueña” y el desfile procedió con permiso o sin permiso de las autoridades. Hasta que se escuchó el primer disparo. Los 200 policías fuertemente armados que habían sido movilizados para reprimir a la multitud bloquearon las calles para que nadie escapara y comenzaron a disparar sin escrúpulos contra la multitud. Las balas alcanzaban a todos los que se encontraban aquella tarde celebrando el Domingo de Ramos en las esquinas de las Calles Marina y Aurora, incluyendo niños, ancianos y mujeres. A la Policía Insular no le importó la presencia de familias enteras. Un cadete llamado Bolívar Márquez, mortalmente herido, se arrastró hasta un muro y con su dedo pintado de sangre logró escribir antes de morir: “¡Viva la República!!Abajo los asesinos!” y lo firmó con tres cruces. Los policías continuaron disparando, macaneando y persiguiendo a todo el que se encontraba en la calle durante trece minutos. Cuando se disipó el humo de las ametralladoras un total de diecinueve puertorriqueños yacían muertos en las calles de Ponce y cerca de 200 personas resultaron heridas. Entre los muertos se encontraban cadetes, niños, mujeres y policías que habían sido alcanzado por equivocación en el cruce de fuego.
Una vez finalizada la matanza, el coronel Enrique de Orbeta llegó al lugar de los hechos. Aunque había recibido órdenes del gobernador Blanton Winship no había forma de justificar el asesinato de diecisiete civiles a sangre fría. Como si la matanza no hubiese sido lo suficiente cruel, la Policía Insular intentó encubrir lo sucedido. Orbeta para intentar encubrir el suceso y hacer pensar a la opinión pública que los oficiales habían actuado en defensa propia, llamó a un fotógrafo del periódico El Mundo que se encontraba en la escena, arrastró el cadáver de uno de los policías, se posicionó junto a dos oficiales armados y miraron hacia los tejados aparentando la búsqueda de supuestos francotiradores nacionalistas. No funcionó. Los periódicos habían documentado lo sucedido y confirmaron que no hubo ningún intercambio de disparos entre la policía y los nacionalistas. No obstante, el gobernador Blanton Winship culpó de todo a los nacionalistas. Los periódicos del país que habían documentado el incidente no fueron manipulados fácilmente, publicaron todo lo que habían documentado sobre la masacre.Aun así , justo como es de esperarse, en la prensa estadounidense no fue lo mismo, los artículos y columnas sobre la Masacre de Ponce leían: “los puertorriqueños se sublevan” “un motín nacionalista” con la intención de justificar y silenciar la clara evidencia del abuso de las fuerzas coloniales contra el pueblo de Puerto Rico.
Luego de haber transcurrido semanas de la masacre el gobernador intentó llevar a juicio a los nacionalistas de manera injustificable y la prensa de la Isla continuó interrogando al gobernador y publicando todo el contenido que se tenia sobre la masacre. No fue hasta varios meses después que la Unión Americana de Libertades Civiles, conducida por Arthur Garfield Hays realizó una investigación de la que se concluyó que lo sucedido había sido una masacre y no un motín de los nacionalistas, se reconoció la violación de derechos de libre expresión y reunión por parte del gobernador Winship y que la masacre surgió de la negación de la policía del derecho civil de los ciudadanos a congregarse. Si bien la Comision Hays sirvió para reafirmar lo que la prensa había publicado justo después del suceso, no fue hasta el año 1939 que Blanton Winship pierde la elección y exoneran a los nacionalistas que fueron detenidos de manera injusta. Como si fuera poco, ningún oficial de la Policía Insular fue llevado a juicio por el crimen cometido el 21 de marzo de 1937 en Ponce.
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