El movimiento anexionista se ha dedicado a maquillar, a su conveniencia, la estadidad y sus consecuencias. De manera tal que han logrado convencer a sus seguidores que la estadidad traería la igualdad de condiciones, la prosperidad económica y no se pondría en juego la identidad nacional. Se presenta como una utopía, como la solución a todos nuestros problemas como país. Una relación de la que solo obtendremos beneficios. Se llega a pensar de esa forma porque solo le cuentan las posibles ventajas dejando a un lado las desventajas. De esta forma se aprovechan de la poca educación de sus adeptos de manera oportunista para sus fines políticos. Que por falta de ejemplos no han carecido, en la historia de los Estados Unidos hay información suficiente como para demostrar las desventajas de la estadidad. Especialmente en territorios donde existen diferencias que chocan con los intereses de la unión.
Ya sea por su identidad cultural, por su desarrollo político o económico. Si bien podríamos tomar el ejemplo de Hawái como se ha hecho en un sinnúmero de artículos, nos limitaremos a analizar este proceso y sus fenómenos entorno al estado de Nuevo México teniendo en cuenta las similitudes con nuestra isla. En primer lugar, por su densidad poblacional (2.096 millones de habitantes) cifra que se acerca a la cantidad de habitantes de nuestra isla. En segundo lugar, por haber sido parte de un país hispano (México) y por la gran cantidad de hispanos originales que habitaron el territorio con los que compartimos un vínculo cultural. Y por último, por los fenómenos que se manifestaron en el proceso que llevó a la estadidad de dicho territorio. De los cuales hemos visto indicios en Puerto Rico, como el desplazamiento de los locales que han sido reemplazados por residentes estadounidenses y la venta indiscriminada de terrenos que pertenecen al pueblo. A simple vista podrían percibirse como simples eventos desafortunados que nada tienen que ver con nuestro estatus. Sin embargo, resulta todo lo contrario.
Este fenómeno en específico se presenció en el territorio de Nuevo México antes de que pasara a ser estado. La migración de estadounidenses hacia el recién adquirido territorio que fue provincia mexicana hasta que se pactó Tratado de Guadalupe-Hidalgo, trajo consigo una ola de corrupción que a través de arreglos ilegales despojaron a los habitantes de este territorio de los derechos de propiedad sobre sus tierras. Incluso, hubo confrontaciones con los nativos que se negaban al proceso de colonización. Como si fuera poco fue reduciendo y erosionando la lengua mayoritaria, el español. Cabe destacar que se había prometido el respeto hacia los nuevomexicanos junto a sus costumbres, tradiciones e idioma.
Pero, la migración hacia el territorio provocó un efecto contraproducente o mejor dicho, reveló las verdaderas intenciones de los estadounidenses en territorio nuevomexicano. Con la población ya establecida y suprimidos los nativos, se abrieron las puertas para ingresar a Nuevo México a la unión. Esto tampoco significó una relación de igualdad hacia los habitantes del territorio. Para algunos congresistas seguía siendo una raza de ignorantes que hablaban un idioma extraño, cuyo destino dependía completamente de lo que se decidiera en Washington D.C. Después de un proceso que duró décadas fueron aceptados como el estado 47 de la unión. Sin embargo, no fue porque así lo quisieron los nuevomexicanos que allí habitaban. Los españoles, mexicanos y nativos americanos en su mayoría no querían formar parte de la unión. El proyecto de la estadidad fue impulsado por los intereses de los estadounidenses que allí residían. Además, significó una reducción de los habitantes originales y el desvanecimiento de las costumbres y tradiciones del territorio. Del caso de Nuevo México observamos como nuestra identidad nacional, costumbres y tradiciones no son compatibles con el proyecto de la anexión. Mucho menos equivale a lo mejor para los habitantes originales del territorio. Entonces, ¿qué lleva a los anexionistas a pensar que será distinto para Puerto Rico? ¿Deseamos perder nuestra identidad y nuestras tierras a costa de qué y para qué?
-Cesar Cabral
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